LA TRANSFORMACIÓN: EL SIGUIENTE PASO

En un determinado momento de nuestras vidas, es común experimentar la sensación de falta de propósito o, por el contrario, sentir que la vida adquiere significado a través de la familia, el trabajo o el amor en sus diversas manifestaciones. Este sentido se torna perceptible y consciente cuando experimentamos una sensación de plenitud. No obstante, ¿qué ocurre cuando la vida nos toma por sorpresa y nos sumerge en un estado de incertidumbre o vulnerabilidad?

Posiblemente, la angustia o la ansiedad puedan desequilibrarnos, lo que nos lleva a reconsiderar el propósito de nuestra existencia. En su obra “El hombre en busca del sentido último”, Viktor E. Frankl explora nuestro anhelo de encontrar un significado trascendental en la vida, un tema de gran relevancia dado que muchas personas experimentan la sensación de carecer de un propósito. Tanto los adolescentes, que pueden sentir inseguridad ante la falta de aceptación, como las personas mayores, que pueden experimentar rechazo al percibir que ya no son productivas.

Viktor E. Frankl describe cómo el ser humano, en cualquier circunstancia de su vida, tiene la capacidad de encontrar un propósito, incluso en situaciones extremadamente difíciles que podrían parecer carentes de empatía. Esto plantea la diferencia entre ser un mero espectador y ser el protagonista de su propia historia.

Frankl decía:

“Si nos centramos en cómo halla el sentido el hombre de la calle, nos daremos cuenta de que existen tres caminos que nos llevan a dar sentido a la vida: primero, cumpliendo un deber o creando un trabajo; segundo, experimentando algo o encontrando a alguien; en otras palabras, se puede hallar un sentido no sólo en el trabajo sino en el amor. Pero el más importante es el tercer camino: cuando nos enfrentamos a un destino que no podemos cambiar, estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos, elevándonos por encima de nosotros mismos y creciendo más allá de nosotros mismos; en una palabra, a través de la transformación de nosotros mismos.”

Indudablemente, esto nos lleva a reflexionar sobre circunstancias externas que escapan a nuestro control y que provocan un cambio radical en nuestra existencia, donde la opción de “no puedo” no es viable, y la única alternativa es evolucionar.

Y como lo describe en su libro Frankl:

“Esto es válido indistintamente para los tres componentes de la tríada trágica-dolor, culpa y muerte-, en la medida en que consigamos convertir el sufrimiento en un éxito y un logro humano; extraer de la culpa la oportunidad para cambiar para mejor; y ver en la transitoriedad de la vida un incentivo para emprender una acción responsable.

Se puede sacar un sentido incluso del sufrimiento, y es la verdadera razón por lo que la vida continúa, a pesar de todo, teniendo un sentido potencial. Pero ¿quiere decir que sea necesario el sufrimiento para hallar un sentido a la vida? No. Tan sólo es que existe un sentido a pesar del sufrimiento-no, incluso a través de él-, teniendo en cuenta que, en algún momento u otro de la vida, nos enfrentamos con un sufrimiento inevitable. Si el sufrimiento es inevitable, el sentido estriba en eliminar la causa de este sufrimiento. Un sufrimiento innecesario es más masoquista que heroico.”

Aunque pueda parecer sencillo, indudablemente resulta complejo intentar hallar un propósito en medio de situaciones dolorosas. Según la perspectiva de Frankl, atravesamos inevitablemente ciertos senderos en nuestra travesía vital, aun cuando anhelemos evitarlos, formando parte inherente de la aventura que llamamos vida. Enfocarnos en aquello que no podemos alterar nos limita, mientras que dirigir nuestra atención hacia la posibilidad de transformarnos o evolucionar suele revelar el sentido que buscamos. Descubrir un propósito es un reto profundamente personal que cada individuo abordará a su ritmo, con su estilo y sus propias herramientas. Tanto en lo personal como en el ámbito empresarial, cuando la realidad resulta inmodificable, la transformación es el siguiente paso por seguir.