El emprendimiento puede verse influenciado por aliados o adversarios significativos en su trayectoria, lo que plantea la interrogante sobre la relevancia de las circunstancias en las que nos encontramos.
Un solo evento puede alterar el curso de un emprendedor, convirtiéndose en un factor crucial a considerar durante el transcurso de un emprendimiento. Este fenómeno ha sido evidente en la historia, desde la Gran Depresión hasta la Segunda Guerra Mundial. Es sabido que aquellos que nacen o deciden emprender en situaciones desafiantes tienen opciones radicalmente distintas a los que lo hacen en condiciones más favorables
Según Malcolm Gladwell, las circunstancias pueden moldear el destino de una persona:
“Sucedía con aquellos que después de haber pasado lo peor de la depresión eran llamados para enlistarse, su edad joven les daba una ventaja hacia la marcha a la guerra y cuya situación fuese posiblemente una oportunidad, no así para aquellos que en plena Depresión se graduaron , cuando las oportunidades eran casi nulas, y al estallar la Segunda Guerra Mundial ellos ya estarían más grandes, lo que significaba que cuando fueran llamados a filas, iban a tener que interrumpir no solo su carrera sino sus familias y una vida adulta que ya estaba estable y en marcha, haber nacido en ese año es demográficamente desafortunado. Es la misma lógica demográfica que aplicaba a los abogados de New York, donde existían aquellos que se encontraban recién casados, quienes habían comprado coches y quienes habían hecho su gran apuesta por el negocio. La fortuna de su generación difícilmente podía ser peor tras la Depresión.”
¿A quién no le ha ocurrido algo similar en alguna situación ajena a su control, sorprendiéndolos ya sea con negocios por inaugurar o compromisos adquiridos? Los eventos externos pueden influir en nuestras decisiones; no obstante, es nuestra responsabilidad no permitirles tomar el control absoluto.
“Y no olvidar las consecuencias secundarias a estos eventos que afectan el éxito de una persona. Tras las dificultades de la Depresión, las familias simplemente dejaron de tener niños y por consiguiente, la generación nacida durante aquella década fue notablemente menos numerosa que la precedente y la siguiente. Por lo que existían ventajas particulares de haber nacido dentro de una generación poco numerosa, como puede ser que al nacer se encuentra en el hospital en un lugar más espacioso, el personal tiene tiempo suficiente al tener poco que hacer, cuando esta persona alcanza la edad adulta puede ver los magníficos edificios listos para recibirlos, hay menor gente en las escuelas por lo que las oportunidades de ingresos son muy altas, por consiguiente al acceder al mercado de trabajo existen mayores oportunidades. La oferta a nuevos principiantes es baja y la demanda es alta.”
Las circunstancias ajenas al emprendedor pueden resultar incontrolables en ciertos casos. Incluso los individuos más capacitados o experimentados podrían enfrentar las repercusiones de una gran contingencia. Sin embargo, esta realidad no debe determinar el destino de un emprendimiento; más bien, sugiere la necesidad de desarrollar nuevas estrategias, efectuar ajustes, e incluso considerar un cambio de rumbo temporal. Es esencial perseverar en la búsqueda de tus metas y creencias. Al igual que durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, los momentos adversos pueden abrir nuevas oportunidades. Como en aquellas épocas, todo mal tiempo eventualmente cederá.